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miércoles, 17 de octubre de 2012

El Palacio de Cristal



En un tiempo muy lejano perdido en el recuerdo de sus habitantes, existía un palacio muy hermoso, en lo alto de un monte escarpado: desde donde se veía todo el valle y mas allá.
Dónde se abrazaba el cielo con la tierra.
Se podía ver si  mirabas  el  este, oeste, norte y sur, todo al mismo tiempo con solo girar o bailar dando vueltas y más vueltas, pues este era de Cristal; Desde las escaleras que lo rodeaban hasta sus altas torres.
Cuando los rayos del sol daban en sus paredes brillaban en todas direcciones igual que un gigantesco diamante.
La luz era tan grandiosa que nadie en su sano juicio se atrevía a subir.
Allí vivían siete princesa: Magda, Verónica, Helena, Cintia  Celeste, Cristina y Margarita, que al rey traían de cabeza.
Todas querían un gran baile....
Ya tenían edad para escoger esposo.
Pero el rey celoso de que le abandonaran siempre les decía:
-Cuando desaparezca la nieve.
-Pero padre protestaban si aquí la nieve es perpetua, ¿Cuando desaparecerá tenemos que esperar aun?
-Pronto contestaba el rey, y se alejaba con la sonrisa escondida restregándose las manos.
¿Lo promete Padre? dijo la pequeña Margarita.
Prometido mi palabra es ley, y desaparecía dando por zanjado el asunto.
Las princesas cavilaban, ¿cómo acabar con la nieve?
Ya sé dijo Margarita:
Le diremos a padre que nos aburrimos soberanamente, y que hemos decidido aprender a pintar, necesitaremos a varios maestros, muchos metros de lienzo y pinturas de todos los colores.
¿Y que vas hacer con todos eso y para que nos hacen falta los maestros? dijo Helena.
Muy sencillo contestó Margarita, Padre no sospechará nada, cuando nos vea pintando, en realidad lo que haremos será pintar el paisaje del valle como si no estuviera cubierto por la nieve.
Colgaremos de noche los grandes lienzos, cubriendo las paredes del palacio, y cuando padre despierte verá a través del cristal los lienzos pintados, comprobando que ya se fue la nieve y no tendrá más remedio que organizar el baile.
- ¿Donde se pintaran tan grandes telas dijo Magda?
_En los sótanos, mientras que nosotras hacemos como qué pintamos pequeños cuadros dijo entusiasta Verónica.
-Tardará en darse cuenta del engaño, pero ya habrá anunciado el baile y no podrá dar marcha atrás dijo Cristina la más mayor de todas, aprobando el plan.
Cuando todo estuvo urdido y terminado sin dejar ni un cabo suelto Llegó el día...
Como había previsto, las voces de los sirvientes, al ver por primera vez el valle cubierto de pequeñas florecillas de todos los colores , el verde de la hierba  se mezclaban con las gotas de rocío que brillaban con los primeros rayos del sol.
El riachuelo antes congelado discurría entre los árboles y flores del prado.
El rey como todos los demás, cayó en el engaño que habían tramado las princesas, y fiel a su promesa anunció a bombo y platillo el gran baile.
Enfurruñado se fue a sus aposentos diciendo: Tengo que atender mis asuntos, os veré esta noche.
-Nos pondremos muy bellas padre, nos pondremos nuestros más hermosos vestidos, nuestras mejores joyas, ya veras...
Las cocinas de palacio no daban a bastos.
Con la luna el palacio se veía a leguas iluminado.
Ninguna de las siete hijas del rey había caído en la cuenta, no habían contado con la noche...
El rey se daría cuenta de tan grandiosa patraña, haría falta pintar otro paisaje... ¡No había tiempo!
Sonaba las músicas, las flautas, las trompetas, las laudes todos los instrumentos sonaban con graciosa armonía.
Temerosas de que las descubrieran  comenzaron a bailar, daban vueltas y vueltas cada vez más deprisa.
Parecía que danzaban con el aire.
Como por arte de magia un gran remolino se formó alrededor del palacio de cristal; que lo arrancó de cuajo con todos sus habitantes.
Las siete princesas siguieron bailando y el palacio surcó los aires, hasta asentarse en valle.
Ahora sí, el paisaje pintado en las grandes telas se perdió volando para siempre.
Pero cuando todo se calmó... las jóvenes  dejaron de bailar...
Todos se asomaron para ver con gran sorpresa que el valle y el paisaje pintado en los lienzos era el mismo,
El rey contento de no estar más en lo alto de la montaña, disculpó a sus hijas.
De nuevo anunció el gran baile.
Los campesinos pudieron entrar y admirar  los bellos  jardines de aquel majestuoso palacio de cristal.
Las princesas fueron felices sintiéndose parte de todo aquel nuevo entorno.
Atrás quedaron las montañas de nieve, y atrás quedaron los picos escarpados, atrás quedaron las telas y la soledad.
Cuando bailamos, nuestra alma baila con nosotros.
Hasta que somos uno con la danza y nos elevamos en el aire.

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