Seguidores

lunes, 22 de octubre de 2012

El Hijo de la Luna



El Hijo de la Luna

Akira cultivaba un campo de arroz en las laderas de la montaña nevada, con sus pequeños pies siempre metidos en el agua.

Sembrando y recogiendo la cosecha, día a día año tras año.
Encerrada junto a otras muchachas; vivían confinadas durante la noche y las dejaban en libertad al salir el sol.

Apenas recordaba a sus padres, su imagen se le iba desdibujando con el pasar del tiempo

¡Había llorado tanto! Cuando la separaron de su familia y se la llevaron tan lejos.
Si algún día la dejaran en libre, nunca podría encontrar su pueblo, no sabría llegar.

Akira suplicaba y rogaba en sus oraciones, que las liberaran de triste destino.

Y sucedió que un atardecer, el sol se fue ocultando poco a poco hasta abrazar a la luna, que se convirtió en un gran anillo de luz.

El mundo se oscureció y, de las tinieblas surgió un gran dragón que surcó el espacio; en sus garras llevaba un pequeño junco, que depositó en el campo de arroz.

Después abrió sus enormes fauces y el fuego devoró la casa donde vivían los carceleros.

Akira y las demás jóvenes se escondieron dentro del junco.

El dragón derribó la gigantesca roca que contenía las aguas del lago en la cima de la montaña, estas se precipitaron derramándose por todo el valle.

El dragón desapareció volviendo de nuevo la luz.

Así fue cómo nació el río que recorre toda China, el río Yangtzé.

El pequeño junco se lo llevó la corriente recorriendo kilómetros y kilómetros, hasta quedar varado en lo que parecía un gran palacio de color rojo.

Las muchachas se abrazaban llorando de alegría, al reconocer el lugar en donde habían nacido.

Y desde aquellos tiempos remotos se cuenta, que la luna escuchó los ruegos de Akira y compadeciéndose de la joven, envió a su hijo convertido en dragón para darle la libertad.

Desde entonces todos los años se celebra La Fiesta del Dragón.

La noche se ilumina y la gente sale a festejar, en la calle un dragón serpentea tomando vida de nuevo en la tierra.

Sueños de Cartón









El ser humano parece haber perdido la fe, la posibilidad de creer en él y en la Providencia.
¿Por qué?
Porque hemos puesto nuestro futuro y nuestros pensamientos en los poderosos, en los empresarios, en los políticos, en las asociaciones, que nos saquen del atolladero.
¿Cómo?
Con un trabajo que nos permita seguir viviendo.
¿Hasta cuándo?
¿Qué no tenemos otra salida?
Nos hemos metido en un engranaje y somos una pieza más de él.
Un mecanismo que mueven otros en su propio interés.

¿Cómo salir de éste inmenso monstruo que nos devora poco a poco?
Nos alimentaron con sueños; sueños dirigidos.
¿Hacia dónde?
Cada vez que soñamos somos capaces de vivir con alegría, con ilusión.
¿A cambio de qué?
Como el burro en la noria puedes ver tus sueños delante de ti, y con eso crees que puedes alcanzarlo. A veces para que no desfallezcas en el intento conseguirás unas migajas.

Te harán creer que puedes conseguirlo, que estás cada vez más cerca.
Lo que no sabemos es que ellos son los creadores de esos sueños, te han creado la necesidad y la ilusión para que lo desees con intensidad.
¿Pero nos hemos parado a pensar?
¿Nos hemos detenido para levantar el velo, tras el que se ocultan esos sueños?

¿Es realmente lo que deseas?
¿Te hará más feliz?
¿Te sentirás mejor?
¿Hasta qué punto han escudriñado dentro de nuestros cerebros?
¿Hasta qué punto han llegado a descubrir nuestros pensamientos?
¿Y nuestra alma?
¿Cómo salir de esos sueños inducidos?
¿Cómo empezar a crear nuestros propios sueños con la libertad de ser quienes somos?
Sin rémoras, sin que estén condicionados por esta forma de vivir desde hace miles .de años.
¿acaso sería tan horrible, dormir bajo las estrellas, cultivar la tierra, bailar alrededor del fuego, educar con el corazón mirarse a los ojos y ver de verdad al otro, que eres tú y dar las gracia a la vida cada día por estar aquí un día más.
Compartiendo y disfrutando el placer de vivir.

Pero entonces...
¿Habría dueños de las tierras que cultiváramos?
¿Nos obligarían a trabajar a destajo?
¿Para seguir enriqueciéndose con nuestro trabajo?
¿Qué le debemos?
Si yo no quiero soñar sus sueños, no tengo por qué pagar por ellos.

¿Decidme cómo lo hago?
¿Cómo salgo de éste monstruoso engranaje?
Quizás la vida venga a mi encuentro.
Quizás la vida tenga la respuesta.
Lo que sí sé, es que estamos más cerca del despertar de los viejos sueños y alcanzar los nuestros.
Aquellos que nos harán libres; Libres para decidir si nos quedamos en éste mundo conocido o inventamos otro.

Han puesto el mayor interés en que olvidemos, que una vez simplemente fuimos hombres y mujeres viviendo la experiencia de vivir.
¿Pero qué es la vida?
¿Lo qué experimentamos en éste mundo de cartón?
¿Qué oscuros intereses nos han construido éste parque de atracciones?
¿Quién o quienes han cerrado y guardado la llave?
¡Quizás si se fuera la luz y todo se detuviera ya no nos parecería tan maravilloso!

¿Quiénes mantienen la luz encendida?
¿A quién interesa que el tío vivo no se detenga?
Mientras estemos en la feria seguiremos gastando dinero y energía.
Y seguiremos creyendo que nos estamos divirtiendo.

Pegases lindos pegasos.
Caballitos de madera
Yo conocí siendo niño la alegría de dar vueltas.
Sobre un corcel colorado en una noche de fiesta.
Alegrías polvorientas que cuestan una moneda.
Pegasos lindos pegasos.
Caballitos de madera.